*Esta obra
obtuvo el primer premio en la tercera muestra departamental de teatro celebrada
en Totonicapán, Guatemala.
“BARTOLO TOCA LA FLAUTA”
La obra que a ustedes presentamos en esta oportunidad, está
basada en un personaje del pueblo sanjuanero y encierra un sinfín de tristes realidades de los cuales
la sociedad no ve, o, más bien, no se quiere dar cuenta que existen, y es como
siempre, la clase desposeída la que no goza
de las facultades de las que la gente acomodada hace gala, es por eso que enfocamos
aquí en nuestra obra la triste historia del hombre del campo y sus problemas, así como
de la marginación de que es objeto el sufrido campesino u obrero.
“El grupo de Teatro Sanjuanero”
Agradece a Rafael
Murillo Selva.
También así a
Miriam Monterroso
por la realización
de esta obra:
“BARTOLO TOCA LA FLAUTA”
“BARTOLO TOCA LA FLAUTA”
Un texto de Carlos Obregón*
(Reseña)
San Juan del Obispo. Nada puede impedirme
pensar en la colonia, (…..).
La vida de hoy, condicionando la colonia de
hoy, (…..). En estos campos, villas y propiedades. Trabajo y tierras, todo ese pequeño mundo,
seguramente no muy diferente del de ahora, fue encomendado al Obispo Francisco
Marroquín. Y al parecer desde tan lejana época, bajo la vigilante tutela de los
invasores, se inicia el largo camino de
esa tradición teatral que desemboca en
la representación de esta noche. He conocido a Pastor Castellanos, director del
grupo, hombre de Teatro y sé que hablo con uno de los nuestros. Y en las
primeras entrevistas, acuciado por mi interés, rememora las etapas de la
historia teatral de su comunidad, de la cual su padre fue en cierto modo, a la
manera de gente de teatro, un conductor,
un guía. Teatro religioso, Loas, pastorelas, moldes medievales y lejanos pero
fuertes vestigios de teatro indígena. (……).
*Carlos Obregón
teatrista Guatemalteco quien fue miembro durante décadas del famoso “Tehatre du
soleil” de Paris, Francia.
Hemos visto un ensayo y he quedado impresionado
fuertemente por ese fresco que se despliega ante mis ojos, marcado intensamente
por una ingenuidad y un colorido que me es familiar. Esa fuerza dulce, calma,
que conocí en Santiago Atitlán, cuando
siendo niño vi los primeros cuadros de Juan Sisay que hablaban de una vida en
la que (…) parece haberse detenido el tiempo. Un tiempo que parece estar
detenido no solamente en el lienzo.
Hoy sabemos con
la certeza que tienen los sueños de los hombres, que en este mundo nada es
duradero, que el tiempo no se detiene y algo nuevo sentí en el aire de esa
noche, en la escuela del pueblo, rodeado de ese calor de público
identificándose con su rostro , mirándose en el rostro y la vida del otro. Era
una voz nueva, expresando una conciencia nueva...(….).. . A cada quien su vida
y a cada quien su teatro. Y como la muerte y el sexo, el arte
también tiene una función vital que cumplir.( ….)
Me parece que no hay nada más que agregar. La obra que
ustedes preciaran esta noche puede incitarles a una profunda reflexión sobre la
tradición teatral y el destino del teatro en nuestro país.
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