EL BOLIVAR DESCALZO


Diario de Trabajo (1975)


Noviembre 3

Se ensayó el San Juan Bailón. Se comienza de esta manera con el objeto de cohesionar el grupo y facilitar la familiaridad y amistad entre los integrantes. La música y el baile lo permiten. Lo importante es que los campesinos pierdan la timidez y se percaten de que el trabajo no tiene nada de misterioso. Al contrario, al montaje se le dará un carácter festivo y natural, casi como un juego.
Por lo que puede observarse en este primer día, lo que tradicionalmente llaman imaginación, no es que abunde en los campesinos boyacenses. Más bien son dueños de una mentalidad muy realista que desea ver las cosas antes que imaginárselas. Por supuesto que lo anterior es una suposición ligera. Es posible que la falta de confianza les impida expresarse con libertad. Tienen temor de “embarrarla”. No hay que olvidar que estamos en un medio donde existe un miedo casi patológico “al ridículo”. Habrá que ir poco a poco, con paso asiático, penetrando en las gentes con prudencia. Quizás en algunos días sea posible cortar las lianas.
Estamos en contra del reloj, contamos con 30 días para el montaje. Va a haber que buscar una forma inteligente para poder trabajar en colectivo: es la única manera de salvar el espectáculo.

NOTA: Me parece prudente no otorgar demasiada importancia a los personajes principales. Estos serán interpretados indistintamente por cualquiera de los actores: todos serán tropa, todos serán Bolívar, todos serán Santander. Es posible que este experimento resulte, aunque no puede asegurarse. Uno de los inconvenientes es la manifiesta actitud jerárquica mistificadora que el campesino adopta frente al “superior”. “A los hombre debien no hay que reprocharles nunca” nos dijo una campesina de la vereda de Vargas.

Noviembre 4

Las gentes empiezan a conocerse y a ganar confianza. Puede decirse que hay buen elemento y existe la posibilidad de formar un verdadero grupo. Esto último es vital. Es imposible una buena representación sin antes lograr que los elementos individuales se sientan partícipes de una empresa colectiva y motivados (más que por cualquier otro) por un interés que bien podría llamarse ético. Nada de demagogia ni paternalismo, ni falsos estímulos. Si no hay verdad, no hay teatro, no hay arte. Solamente así, haciéndoles comprender la importancia social de su trabajo se podrá realizar el montaje con éxito.
El día de hoy se ensayó la escena de entrega de la ropa en la iglesia de Socha. Antes de iniciarla pregunté si tenían alguna idea de cómo se comportarían las gentes del pueblo a quienes se les pide entregar su indumentaria para vestir al ejército patriota. La respuesta fue cabal: “Pues depende doctor, unos la entregarán voluntariamente, y a otros será necesario presionarlos”. Qué más?. Todo el nudo teatral y el conflicto ahí presentes. No es esto realismo de verdad? Lo humano antes que nada, y lo humano es contradicción. De ahí que la respuesta la consideré justa, y eso precisamente es lo que trataremos de hacer: Evitar moralismos e idealizaciones. (....) Se improvisó una misa, estuvo bien. En esta escena era tanta la naturalidad que no hubo ninguna observación que hacer. De eso se trata: encontrar los medios por los cuales el campesino se sienta a sus anchas sin forzar ni intentar cambiar su “naturaleza”.
Por la tarde se les hizo escuchar grabaciones de Don Jesús Barrera. Se prestó mucha atención. Al fin de cuentas, era uno de ellos quien contaba la historia. Hubo expresiones y rostros orgullosos: “Don Jesús podía saber más historia que los doctores”. Esta técnica, la de hacerles oír las entrevistas hechas a otros campesinos, estimula a que desamarren timideces e inhibiciones. Algunos miembros del grupo quisieron también empezar a contar.

Manuel Zapata Olivella, Promotor de la obra, nos visitó por la mañana. Se le presentaron escenas del Pascual Bailón, y tuvo ocasión de presenciar la buena atmósfera que empieza a manifestarse en el trabajo. Manuel quiere cosas espectaculares: grandes batallas, fiestas, vestidos y objetos vistosos. ¿Será que el pueblo es así realmente?. Me inclino por lo contrario: La llaneza, acompañada de imaginación y de poesía es, en los niveles campesinos, más espectacular que una batalla con cien jinetes. Sobre el terreno se verán las cosas. Quizás un equilibrio bien pesado y medido (entre lo “grandioso y lo sencillo”) daría buen resultado. ¡Veremos!.

Noviembre 5

Excelente día de trabajo. Adquirida la confianza y casi perdida la vergüenza, las gentes empiezan a soltar. Comenzaron los ejercicios de vocalización. Lo suave y parco de la entonación boyacense se transformó, en algunos casos, en verdaderos parlamentos teatrales. Desde ya es necesario que se metan en la cabeza que se trata de una representación teatral, por lo tanto es a un público a quienes se dirigen. Toca pues, que la palabra y el gesto lleguen lo más claro posible.
Después de los ejercicios se ensayó una de las escenas finales. Se preguntó a los actores acerca de la situación de los soldados después de la campaña. ¿Qué ganaron al haberla culminado con éxito?. Al principio todos opinaron que lo que se había logrado era la libertad, derrotaron al opresor y lo sacaron del país. ¿Y luego qué pasó con esa libertad? ¿Se aprovechó? ¿Se mejoró la vida? Casi todos respondieron así: “Se ganó la libertad, pero los pobres siguieron siendo pobres, no ganaron nada para sus necesidades”. Se preguntó: ¿Quienes ganaron entonces? “Pues los otros, los que se quedaron con las haciendas y las cosas”. Bien, vamos a tratar de mostrar eso. Se pidieron opiniones sobre la solución que ellos le darían a la escena. Hubo cuatro. Todas se ensayaron. Por primera vez el 90 por ciento del grupo discute entre sí y aporta ideas para una solución teatral. Esto se ha logrado en dos días de trabajo. Empiezan a entender que son ellos los que harán la obra y es a ellos a quienes toca, por tanto, solucionar (o ayudar a solucionar, al menos) los problemas escénicos. Solo de esta manera se pueden sentir creadores, lo que es al fin de cuentas, lo más importante. Si en los días que faltan para terminar esta semana se logra que el grupo tome El Bolívar Descalzo como algo suyo, el espectáculo saldrá bien, si no, el fracaso habrá que darlo por sentado.
Se viajó por la tarde al pantano de Vargas. Nos acompañó don Jesús Barrera, quien dio detalles de la batalla. Ahí mismo buscamos un claro en el terreno, y la representamos improvisadamente. ¡Increíble! De manera espontánea todos cortaron ramas de los árboles para que sirvieran de caballos. El director no hizo la más leve insinuación. Regresamos a Tibasosa hacia las cuatro de la tarde en gran camaradería. El grupo da inicios de vida.

Noviembre 6

Por la mañana se trató de fijar el ensayo de la escena en la que Santander entrena sus tropas en los llanos de Casanare. Esta vez con ramas convertidas en lanzas y caballos.
Se teatralizó el encuentro de las tropas: la de Bolívar que viene de Venezuela y la de Santander que espera en Tamé. La escena se convirtió en un verdadero desorden, las mujeres, sobretodo, no encontraban qué hacer. Hubiese sido más fácil organizarla de acuerdo a los “conocimientos” del director. Pero se prefirió dejar el alboroto e insistir en que cada uno buscase por su propia cuenta el sitio de trabajo que quisiera.
Se repitió muchas veces. Las actrices estorban terriblemente. Se amontonan y caminan desconcertadas. De esta manera no sólo dificultan el trabajo de los demás, sino que lo desmejoran. De las 15 que participaban, sólo una da señales de poder mejorar en el futuro.
Mi impaciencia indudablemente dificulta la labor; si quiero que la gente participe creativamente debo ir con calma. Este es el camino más difícil, pero es el único posible. Tentado estuve de pedir a las gentes que no “dan” que viniesen solamente una o dos veces por semana, de esta manera se limpia la escena de elementos, que sin querer, perturban el trabajo en general. No tomé, sin embargo, la decisión. Me pareció prudente esperar unos días.
El trabajo por la tarde tomó un giro insospechado: el grupo se desamarró totalmente. Se empezó por leerles una entrevista hecha a Don Rubén Pongota, hombre anciano de Tópaga, que menciona las bailes y cantos boyacenses del siglo pasado. Se preguntó si conocían los que Don Rubén mencionaba: “el venado”, “la iglesia”, “el huzo”, etc. Nadie los había visto ni oído. Dijeron sin embargo, que conocían otros, también antiguos. Se preguntó cuáles, y empezaron a salir cosas maravillosas, juegos populares y antiquísimos: el “dos por tres”, “el sombrerito”, “el tres”. Un verdadero hallazgo. Con uno de estos bailes se redondeó la escena del encuentro en los llanos orientales. Bolívar y Santander con una bella muchacha, bailan el “tres” en una especie de competencia danzística, que refleja los recelos profundos entre los dos generales. La muchacha, que bien podría ser Colombia, es el objeto de una pugna sorda y tensa que se manifiesta a través del baile. Un ensayo excelente con una participación total y creativa. Gracias a la participación de los actores, empiezo a ver más claro. Es posible que en estos días alcancemos a visualizar la línea que tomará el montaje. Al principio pensé utilizar la actitud hierática del boyacense, la bruma, el frío y realizar un espectáculo como con neblina, lento y dulce. Una poesía campesina del Páramo era la imagen previa; hoy, sin embargo, este esquema empezó a romperse. También los boyacenses, con frío y todo, son tropicales.

Noviembre 7

Ejercicios físicos y de concentración. Su objetivo: ayudar a desinhibir y fraternizar. La confianza mutua es básica, es la única manera de “contar” la historia con alegría y claridad. La base son las investigaciones de Grotowski. Este sin embargo, al realizar sus investigaciones lo hace en un contexto cultural diferente, lo que obliga a situarnos frente a ellas (las investigaciones y sus resultados) con la actitud crítica necesaria para saber acomodarlas a las particularidades del medio. En lo que atañe al ritmo, por ejemplo, las gentes nuestras ofrecen otro tipo de resistencia en relación a la que ofrecen los actores europeos. Podría decirse, inclusive, que en estos aspectos, las cosas se trastocan. En muchas ocasiones sucede que a un actor nacido y creado en el trópico en lugar de sacarle ritmo más bien hay que contenérselo y organizarlo. Lo mismo con la utilización de la voz y del cuerpo como elementos expresivos.
En general, a los nuestros, la voz y el movimiento les sale de todo el cuerpo. Cuando existe bloqueo, con un pequeño ejercicio basta para que se elimine, y es precisamente ese ejercicio, y no otro, el que hay que saber encontrar. Porque bien puede suceder que copiando en forma mecánica lo que Grotowski, (o cualquier otro) ha encontrado útil para el europeo, en lugar de desbloquear al nuestro, más bien lo recorte y lo paralice.
Con este criterio, y tomando en cuenta que trabajamos en una zona fría y silenciosa, se buscó en primera instancia que los campesinos aprendieran a conocer y dirigir su propio ritmo. Ritmo en parte determinado por la forma que adquiere la relación que se opera entre ellos y sus instrumentos de producción, es decir, las formas corporales del trabajo cotidiano y por la relación (objetiva también) que tienen con su paisaje. El paisaje es el contorno físico y ambiental que de una u otra manera, incide en la “forma de ser”. Es cierto que el campesino boyacense es “duro”, pero ¿quién ha dicho que la dureza no tenga también su ritmo?
Otro aspecto es la voz. El hombre de estos lados, en vez de hablar, más bien susurra, y si acaso el susurro puede ser útil en el cine, no lo es para el teatro. En este caso nuestro trabajo se dirigirá no a que entonen la voz, sino a que la desinhiban, la lancen y la conviertan en un eficaz instrumento de expresión.
Brecht decía que el hombre es siempre y básicamente transformable, según las condiciones de existencia y los cambios económicos y sociales que se operan en su contorno. Para el caso, viene a cuento lo que se dice sobre el guatemalteco. En Guatemala las gentes se han acostumbrado a hablar casi en secreto, debido a la terrible represión sufrida por las continuas dictaduras. El terror es tal, que cuando se conversa se le tiene realmente “miedo a las paredes”. Habría que preguntarse en qué medida el “carácter” del guatemalteco ha sido modificado por sus condiciones socio políticas.
Sin embargo, no hay que olvidar que, en lo que a comportamiento se refiere, el “carácter” está también determinado por el medio natural. Podemos estar seguros de que el campesino de un país subdesarrollado que vive a tres mil metros de altura, tiene una forma de ser diferente al mismo campesino, del mismo país, con las mismas condiciones, pero que vive en los valles y las costas.
Esta verdad conocida es, empero, olvidada por algunos revolucionarios que fallan en su contacto con el pueblo. No sólo se trata de decirles a las gentes que son explotados sino que hay que saber decírselo. Es por lo tanto un problema de comunicación, que obliga a encontrar la forma adecuada. Esta forma es a su vez un producto del conocimiento y un resultado del trabajo de la imaginación.
En el teatro, antes que nada, el director tiene la exigencia primaria de encontrar la comunicación viable. Tratándose de campesinos esta exigencia se vuelve más definitiva: sin ella no habrá trabajo escénico. Los ejercicios nos ayudan en buena medida a comprender algunos de los resortes anímicos que bloquean esa comunicación, y en eso estamos: realizando algunos que, además de la ayuda técnica que pueden aportar, nos permiten comprender mejor al hombre. De esta manera los ejercicios se humanizan y dejan de ser algo puramente técnico y mecánico.
Otro tipo de ejercicios que se hicieron hoy son los de confianza. La timidez, la brutal timidez del campesino boyacense, es al primer impacto, desconcertante. Al hablar, lo hacen con la cabeza gacha, se ruborizan y enmudecen. Pareciera, pues, que con gente así el trabajo es imposible. Nada más lejos de la verdad: la timidez que parece innata no es sino un producto cultural que, como tal, es transformable.
A los pocos días de iniciados los ensayos, los actores se hablan entre sí y, lo que es más importante aún, empiezan a tocarse, muy púdicamente por supuesto, a lo boyacense, pero a tocarse al fin. El contacto físico es más importante que cualquier otro. Si a través de los ejercicios conseguimos que se desenvuelvan, habrá un desprendimiento casi torrencial de compañerismo. Lo básico es hacer comprender que este contacto puede hacerse por camaradería y no solamente por deseo sexual.
En todo caso habrá que actuar con mucho tino, ya que la cuestión del sexo está tan profundamente anclada en el hombre que hasta el maestro Reich ha asegurado que “la lucha de los sexos es más antigua que la lucha de clases”. En los primeros días algunas muchachas decían: “puedo hacer lo que quiera, pero no dejarme abrazar ni tocar por ningún muchacho”. Hoy, el cambio es manifiesto, juegos en común, bailes, abrazos y hasta principios de flirteo se hicieron notorios. Este paso es importante para la formación del colectivo, el cual, por otro lado, no puede formarse por decreto ni por deseos sentimentales o demagógicos: tiene que nacer de “abajo” y no de “arriba”. Y de “abajo” sólo puede surgir en la medida en que los que lo integran se encuentren unidos por un objetivo común y por un contacto físico y anímico permanente.
Por la tarde se ensayó el encuentro de Santander y Bolívar en los llanos orientales. Hay que ver con qué dignidad los campesinos representaron los roles “principales”. Una dignidad tan real que no hubo nada que marcar. Esta escena sin embargo, cae en ocasiones en un naturalismo soso y lineal. El problema estriba en lo siguiente: ¿Cómo resolver la contradicción entre una actuación natural y llana sin caer en la fácil trampa del naturalismo?
Quizás mediante los ensayos encontraremos una respuesta. Muchas veces al buscar la forma se encuentra, de paso, la claridad deseada en el contenido.
Lo importante es dejar libres a los actores, que hablen y se muevan como prefieran. Aunque estamos un poco cortos de tiempo, vale la pena insistir en este método... Del desorden al orden es la consigna, pero no un orden impuesto, sino resultado de una decisión consciente y libre de los miembros del colectivo.

Noviembre 8

El desarrollo del poder imaginativo es necesario para toda persona que quiera representar. También es definitivo desarrollar el sentimiento de solidaridad: que ninguno se sienta solo, al contrario, que esté seguro de que en un momento de apremio el resto de los compañeros vendrá en su ayuda. Se ensayó hoy el encuentro de Santander y Bolívar en Tame. ¿Cómo hacer para que la escena tenga emoción? y ¿cómo hacer para que la misma nos de detalles identificables de las gentes de los llanos? Se recurrió a la música y al canto. Los dos ejércitos se aproximan al paso que marcan sus respectivos cantantes quienes lanzan y responden las coplas a medida que se avanza hacia el encuentro final, en donde todo se funde: abrazos, comida y bebida. Después, el reposo se realiza por medio de un cantor que duerme y despierta a las gentes con música de Joropo y al compás de un Cuatro.
La obra tiene que hacerse más bien a base de imágenes. El resultado final quizás sea un fresco, compuesto por escenas en donde el diálogo tendrá poca cabida. Resaltar la tropa antes que a los jefes, eso es lo que más importa, después se buscará entre los actores algunos que proyecten mejor su voz y se les pondrá a decir los pocos diálogos del texto.

Noviembre 9

Se advierte una notable mejoría, los cuerpos empiezan a actuar. Lo mismo sucede con los ejercicios de la voz, la proyectan más fuerte y más clara. Pero lo que importa ahora, en las escenas que estamos realizando, es resaltar con énfasis los momentos cruciales en que la participación del pueblo decidió el rumbo de los acontecimientos. Muchos cuadros o escenas apenas empiezan a esbozarse. Puede ser que algunas se supriman al final. Lo que importa es hacer cuánta “locura” se nos ocurra y dejar que salga todo lo que tiene que salir, después vendrá la poda.

Se ensayó otra escena: entrada del ejército libertador a Bogotá. Con esta vendría a rematarse el espectáculo, el gran final. Esta escena contendrá necesariamente un elemento crítico, será la síntesis escénica e histórica de todos los cuadros anteriores.
Se trabajó también la escena de la pastora de Materredondo, a la cual el ejército libertador obliga a entregar la ropa nueva, comprada por ella con enormes sacrificios. Esta escena puede convertirse en un momento político; intentaremos incrustarla de una manera natural.
NOTA: Pedir la opinión siempre a los actores. Aunque al principio estas opiniones no tengan gran valor, con el tiempo y con la metida de ellos en la historia, serán, seguramente, ricas y eficaces. Cuidado con los ejercicios de respiración, mal manejados ocasionan alteraciones en la presión arterial.
Noviembre 10
El compañerismo es la nota general. Los solitarios, tristes y reservados han dado un gran vuelco. Se juega y se ríe sin utilizar bromas pesadas. Es una camaradería, digamos, a lo boyacense, en la que de antemano se sabe que ciertos terrenos son infranqueables. Una camaradería respetuosa en donde lo chabacán no tiene cabida.
La segunda parte de los ejercicios tuvieron un carácter más creativo. Nos pusimos a imitar la manifestación de ciertos sentimientos. Para facilitar el asunto se utilizaron formas de expresión animal, por ejemplo, la astucia, la bondad y la tristeza, en un león, en una vaca, o en un cordero. De los treinta del grupo, apenas cinco o seis pudieron hacerlo, a los demás se les dificultó bastante. Lo mismo sucedió con aquellos ejercicios en los que gradualmente se imita y se expresa el proceso de un árbol que nace, florece y muere, o de una flor que puede ser alegre, triste o pensativa. Les es difícil concentrarse y crear algo de la “nada”. Se ensayó nuevamente la escena del Páramo de Pisba; mejora notablemente. De lo simple que era se ha vuelto espectacular; saben hacerlo, conocen la historia y pueden, por tanto, inventar. Cuatro o cinco detalles romperán la línea monótona de la cruzada del páramo por el ejército libertador.
a) El nacimiento de un niño en la cúspide de la montaña.
b) Emparamada y muerte de un soldado.
c) Dormida acompañada de un canto profundo y lejano.
d) En la madrugada, toque de corneta, reinicio de la marcha y de la lucha.

Martes 11 de Noviembre

Algunos miembros del grupo dan muestras de fatiga, se quejan inclusive del maltrato corporal, dicen que “están que no pueden”. Habrá que disminuir la intensidad y quedarse con los ejercicios más importantes. Es posible que a partir de la tercera semana reduzca, a dos horas diarias, el tiempo de la “expresión corporal”. En realidad la labor de los actores ha sido enorme: el trabajo teatral dura nueve horas diarias y a eso hay que agregar el laboreo de sus tierras y las grandes caminatas que tienen que hacer para llegar al sitio de ensayo.
Este día por la noche, dos músicos del grupo prepararon una fiesta hogareña dedicada a San Pascual Bailón. Es un rito cruzado de indio y cristiano, un rezo bailado en el que los creyentes solicitan al Santo todo tipo de favores. Este rito utilizado en escena, después de tanta batalla y muerte puede significar una ruptura y un momento de reposo en la acción dramática.
En general, nada nuevo, algunos actores destacan naturalmente, de entre ellos se escogerá a los que indistintamente actuarán como “personajes” principales.

Miércoles 12 de noviembre

Se empezó a designar los roles. El principio es el siguiente: no singularizar ni personificar. Es el grueso de actores anónimos el que tendrá una participación principal en la línea narrativa.
Seguimos con los ejercicios. Se dio énfasis de nuevo a la vocalización y dicción. Hacerles comprender que la voz es energía y que con ella pueden realizarse cosas inesperadas. Repetir también hasta el cansancio que debe salir de todo el cuerpo y no sólo de la garganta y del pecho, como algunos lo acostumbran.
El cuadro de la llegada de Bolívar a Tame sigue sin solución, hubo varias ideas, una de ellas pareció interesante y con la posibilidad de explotación. De todas maneras, un cambio: en Tame se realiza la preparación para la travesía del Páramo de Pisba. La salida de la tropa debe hacerse con gran algarabía y optimismo, después, ya en el páramo, el pesimismo y la tristeza.

Jueves 13 de noviembre

Se continuó con la escena del Páramo de Pisba. ¡Notable! los actores trabajan con un realismo natural, lo que le da a la escena un aire dramático y épico. Es necesario resaltar que la decisión final del libertador en cuanto a la travesía del páramo es determinada por la decisión de la tropa y no por el juramento de Santander. No olvidar incluir algunos animales y alimentos que acompañarán a la tropa: arracacha, carne, chivos, vacas... etc.
Las dormidas pueden servir para introducir por medio del diálogo, algunos elementos críticos que le den al montaje más validez política. Con este tipo de trabajo es fácil caer en el folclorismo. La recuperación de la tradición popular sólo por que sí, no es convincente. Se trata de rescatarla sin perder de vista lo que permitió la separación de “culturas” en un momento dado de la historia.
La diferencia entre la cultura popular y la cultura oficial se sustenta en un antagonismo de clases. Por eso es que no es suficiente mostrar las tradiciones populares, sino que hay que ir más allá para que las cosas sean pensadas en función de una toma de conciencia social y política. Hasta donde se pueda hay que intentar mostrar no sólo el comportamiento (lo que de por sí en un país dependiente tiene un contenido político, pero no suficiente) sino también el proceso.Seguimos con la escena de la pastora. Ella puede conducir a una serie de reflexiones sobre la participación del pueblo en la campaña libertadora.
Aquellos que se apartan de la historia, tarde o temprano tendrán que sufrir las consecuencias: esa podría ser una de las conclusiones que pueden desprenderse.
Parece que la primera parte está por terminarse. Los cuatro o cinco cuadros pueden ya conformarla. De ahora en adelante hay que pulir y rellenar la estructura.

Viernes 14 de noviembre

Explicación por primera vez de la línea argumental. Sobre una gran pizarra se dividió la primera parte en cuatro cuadros y se explicó que cada uno de ellos valía por sí mismo, pero que a su vez se interrelacionaban, dándose vida unos a otros. Se aprovechó para hablar (también por primera vez) sobre lo que es el teatro, su historia, teatro al aire libre, teatro en sala, teatro en circo... etc. Se trató de explicar algunas de las razones que condicionan la forma de nuestro trabajo, se explicó que estaba destinado a plazas públicas y que por lo tanto la relación con el auditorio no era la misma a la usual. Estas explicaciones fueron muy útiles. Se dio libre por la tarde después de doce días de trabajo sin interrupción, se citó nuevamente para el domingo dieciséis. Se dieron las primeras instrucciones para la realización de la escenografía, la que ha ido surgiendo a medida que las necesidades del montaje lo han requerido.




8 de febrero de 1978.


Tres años después leo las notas anteriores. No las encuentro mal. Lástima no haberlas terminado, supongo que el montaje de la pieza me agarró totalmente y ya no pude sentarme. De todas maneras el espectáculo salió. El equipo logró formarse y al final participaron 85 actores y actrices. Sigo recordando los rostros de mis amigos campesinos, en medio de la amistad y la alegría que puede dar un trabajo realizado con entrega. El espectáculo fue de ellos, lo elevaron a una altura artística y humana que yo nunca antes había visto ni sentido. Mis ideas se modificaron con este trabajo, creo que también las de ellos y la vida de las gentes del lugar que nos acogió: Tibasosa,  pueblecito situado en los Andes Orientales de Colombia.

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