INTRODUCCIÓN: QUINCE DIAS BASTARON*
(...) Nadie creía que los campesinos pudiesen
hacer teatro con un mestizo (como yo, por ejemplo). Existen problemas cuyo
origen es económico y que han degenerado en problemas raciales. Por otro lado,
se trata de personas que no manejan bien la lengua castellana. Cuando Ana
Echeverría y Miguel Ángel Sagone me pidieron venir a la comunidad donde
coordinaban proyectos sociales, acepte sin pensarlo dos veces y me traslade a
compartir la vida durante quince días con los habitantes de la comunidad de “San Bartolomé de Milpas Altas”.
No
sé cómo se producen los contactos que tengo con la gente... como en El Bolívar
Descalzo, reuní a hombres, mujeres y niños de toda condición, y les dije:
“Vamos a cantar, a bailar... a ver qué da esto...” No tenía ninguna pretensión. Al principio los
campesinos tuvieron cierta reserva pero al ver el método de trabajo, entraron a
colaborar. ¿Cuál es ese método? Pues muy simple y algo difícil de realizar a la
vez: permitir y hacer que la gente se exprese libremente y sean dueños y
responsables de lo que hacen. Es una maravillosa experiencia ver que una
persona puede crear a partir de una situación que le concierne. Nos nutrimos de
la realidad del terremoto: ¿Qué le sucedió a don Julián?,” Pues que se le vino
un muro encima”... ”que a mi papá se le murió una vaca”... ¡Pues eso vamos a
hacer! Sin tantos problemas, sin retórica, y al hacer las cosas, ¡es
fascinante! Las contradicciones salen sin que el director vaya buscando a
priori un mensaje político lo que no es el caso con esta gente que se expresa
libre y espontáneamente, y que no sabemos si son católicos o marxistas.
El
mensaje político va implícito porque así es la vida, contradictoria. Y sin
vocinglería, simplemente (los campesinos) nos mostraron algunos de los
problemas que como consecuencia de la catástrofe se presentaron. No llegaban
los alimentos... ¿Por qué? Por la desorganización de las autoridades. Que los
artículos de consumo diario aumentaron de precio de manera considerable... ¿Por
qué? Por la voracidad de los comerciantes que subieron su valor de un día para
otro en cien por ciento, y así, otra clase de problemas. Esas denuncias hechas
no por un intelectual ni por un político sino por el mismo pueblo que sufría
las consecuencias, tienen un gran efecto político. Mi tarea, como en El
Bolívar, fue la de armonizar y armar todo el material que los campesinos
brindaban. Cuando llevamos la pieza a la capital, a la universidad, todos se
quedaron con la boca abierta... y todo ello sin demagogia, si falsificar la realidad. Por ejemplo, en medio
de una de las escenas una actriz entró tomando una coca cola gigantesca, lo que
no estaba previsto en el montaje, y eso simplemente porque tenía sed y se salió
de la escena a comprarla, el público inclusive creyó que esa acción formaba
parte de la obra.
Como,
efectivamente, todo puede caber sobre la escena cuando resulta natural u
orgánico, la presencia de ese producto invasor no ofendió a nadie, lo que
quizás ayude a demostrar que la penetración, se quiera o no, está en todas
partes, y que no es el caso de creer a pie juntillas en el “inocente”,
“primitivo”,
Incontaminado.
(...)
____________________________
*Tomado de la
entrevista: “Rafael Murillo Selva: Un hondureño insólito” por Claude Namer Revista “ALERO”. Universidad de San Carlos de Guatemala,
número 24, Mayo-Junio de 1977. Reproducida en el número 30, Abril-Junio de
1978, en la revista CONJUNTO, Casa de
las Américas, La Habana.
Esta
mutilación sistematizada, ha dado sus agrios frutos. Ya que negándole el acceso
a la riqueza del pueblo, el explotado es
marginado de una posible participación, en los problemas de su comunidad. El
teatro es una expresión de la conciencia
popular. Pero el oprobio permanente, a que han sido sometidos los sectores
productivos del país, hace que esta expresión sea tan solo una tentativa. Pero
las tentativas, se transforman en golpes, cuando están impregnadas, por la
sencillez y la verdad. Y este es el caso del GRUPO CAMPESINO 13 DE FEBRERO.
DE SAN BARTOLOMÉ MILPAS ALTAS. Quienes en un trabajo de IMPROVIZACION
COLECTIVA, nos muestran en forma
clara y consecuente, lo sufrido con el fenómeno terráqueo-económico del 4 de febrero. Situación que se agrava, pero
que nunca disminuye en todos los sectores campesinos, e indígenas, que ellos
representan. El interés de este grupo, es expresar en forma bella y sencilla,
los problemas del diario vivir. ¡Qué
mejor expresión que el Teatro Popular! El texto que orienta todo el espectáculo
es narrado por la autora. La obra, y la música son improvisaciones colectivas,
que son llevadas a cabo con una seriedad absoluta. Ha emergido de sus
necesidades de lo que sufrieron. No son distorsionadores de la realidad y es
por esto que aunque momentáneamente les han negado su verdadero lugar, en la
cultura nacional, no por esto dejan de ser la esperanza de Triunfo Popular.
Estos hombres muestra cuán grande es la creación, el espíritu, la disciplina y
a inteligencia del campesino. Montando una obra teatral, en CINCO
ensayos de dos horas cada uno. Cualquier grupo pequeño-burgués hubiese
necesitado, tantos ensayos iguales al número de sus contradicciones. El
contacto de los campesinos de este teatro, fue logrado por Rafael Murillo, en
los primeros días que siguieron al terremoto. Cuando la universidad de San
Carlos envió las primeras brigadas de auxilio, a esa población. Rafael, llega
en forma admirable, al corazón de estos hombres, olvidados por siempre
presentes en el gran teatro de la patria.
Fue por
iniciativa de los estudiantes de Ingeniería de la universidad de San Carlos de
la ciudad de Guatemala que la obra se presentó en los recintos de la misma y
para tal ocasión se publicó este documento.
JUNTA DIRECTIVA A. E. I.
Y ACCIÓN POPULAR ESTUDIANTIL
FECHA: JUNIO 15
HORA: 17: 15
PRESENTACIÓN
La
mutilación de la cultura del pueblo, por “Españoles fieras con car humana”, ha
continuado a través de cuatro centurias.

"EL TERREMOTO" EN ESCENA. Mario René Matute *
El día martes quince de este mes, un grupo de vecinos del
municipio de San Bartolomé, Milpas Altas de Sacatepequez, se hizo presente en
varias facultades de la
Universidad de San Carlos. En sus alforjas no había ninguna
demanda, ninguna solicitud, ningún llamado de auxilio: son actores de teatro y
trajeron su mensaje vivo y fecundo, profundamente creativo y aleccionador. Su
obra se llama así: El Terremoto, la fueron organizando
colectivamente, con los aportes que cada uno iba sugiriendo hasta concretar una
secuencia de estampas campesinas de una sugestividad delicada y lógica,
acabadas. En la escena va desfilando: el amanecer, el desayuno, las labores
campestres, el crepúsculo manso, la noche amenazadora con inciertos augurios de
catástrofe, la agitación de los animales, el asombro de los hombres, la
sacudida telúrica, la tragedia, la escasez, las penurias, la muerte y la
decisión de volver a la vida y conquistar, con alegría un futuro menos doloroso
y torcido. La obra está concebida con el ritmo, las costumbres, el vocabulario
y las emociones de la vida campesina, lo que en ningún momento significa
chocarrería, pobreza de recursos, limitación expresiva. Todo lo contrario, la
sutileza de una mentalidad sagaz, la caricatura elemental pero adecuadamente
conseguida, el buen humor, original y sin ambages, el uso correcto de un léxico
claro y suficiente, lo que para muchos fue una sorpresa porque al campesino se
le concibe siempre opacado e inexpresivo. Son algunas de las características
predominantes de esta obra teatral del pueblo. La crítica, por momentos
jugosamente burlona, se inserta en párrafos y diálogos que retratan la vida
real: la carestía de la vida, el pretexto del terremoto para subir los precios,
el sufrimiento por la falta de auxilio en los primeros días...
Los recursos que se despliegan a cada instante, le dan un
colorido cautivante a la presentación: el canto de los pájaros, el ladrido de
los perros y el aullar de los coyotes, la imitación del galope, del zumbar de
motores en la carretera y hasta una canción que el propio autor, muy buen
guitarrista además, ha incorporado como remate de la obra. Todos los
participantes poseen excelentes capacidades dramáticas; resalta Marcelino, un
chico de unos diez años que anuncia la presentación y se lanza con un papel
simpatiquísimo que arranca constantes aplausos al público. La ignorancia urbana
no sale de su asombro al sentir ahí frente, la voz legítimamente campesina
haciendo arte y desde el arte crítica social, pero sobre todo, buscando la mano
del universitario de la manera más amistosa y constructiva. Esta vez no fue la
universidad la que se extendió al campo, se le adelantó aquel y vino a sus
propios recintos con la autorizada palabra de los auténticos autores de la obra
que también son actores de esa esforzada y cuasi anónima vida de los pequeños
poblados.
Calurosas felicitaciones al grupo Teatral de San Bartolomé
Milpas Altas y que sigan adelante con su labor educativa para enseñarle a los
doctos lo que sólo se aprende en el trabajo y en la lucha por la existencia.
__________________________________
* Revista "PUNTO DE VISTA”, Guatemala,
Junio‑Julio, 1976 y reproducido por "EL CRONISTA”, Tegucigalpa, 5 de
Agosto de 1976.
Comentarios
Publicar un comentario