CARTA RENUNCIA




Señor:
HERMES BERTRAND ANDURAY
Director General de Cultura

Estimado Señor Director:

La presente tiene como objeto poner en su conocimiento los siguientes hechos y apreciaciones relacionados con el montaje de la obra que sobre “Don José Cecilio del Valle y la Independencia”, realizan el Teatro y la Academia Nacional, y cuya dirección y realización me han sido confiadas.
A través del trabajo realizado hasta el momento se han evidenciado algunos aciertos y deficiencias que aquejan en general a la actividad teatral del país, y a la del Teatro Nacional en particular. Quisiera señalar brevemente algunas de ellas:

I
En general, existe una deformada comprensión de lo que significa el trabajo teatral. En cualquier parte del mundo, y con mucha más razón en Honduras, el Teatro por su sola existencia cumple una función social. Los que trabajamos en esta actividad formamos parte de la sociedad y por ello mismo, y en gran medida, nos debemos a ella. Si no se comprende lo que esto significa es casi seguro que cualquier espectáculo que se presente no llenara los requisitos para que se pueda llamar (sin ruborizarse) simplemente teatro. Esta conciencia de trabajo se encuentra ausente en algunos de los miembros que forman la Compañía y la Academia Nacional.
Es entendido que esta inconsciencia no es exclusiva de aquellas personas que se “dedican” a la actividad teatral; al contrario, ella es consecuencia del estado general del país. Pero es ahí justamente donde reside el problema: si el artista, el hombre del teatro no toma conciencia que esto es precisamente lo que hay que combatir y cambiar, corre el riesgo de convertir su trabajo en un simple pasatiempo.

II
No todo sin embargo  es negativo. Existen elementos, tanto en la Academia como en el Teatro Nacional, que han comprendido y aceptado el compromiso que como hombres y como artistas tienen frente a la sociedad. Una obra como la que tratamos de montar y presentar no puede realizarse sin una voluntad general de “querer hacer”, acompañada de una energía y generosidad sometida a toda prueba.
La figura del Sabio Valle y los hechos “independentistas”, no pueden ni deben tratarse a la ligera. Exigen seriedad, disciplina de estudio y trabajo.  Ya es tiempo de despojar a nuestros hechos históricos del sentimentalismo cursi y dulzón tradicional, y del dogmatismo ideológico que pretende forzar y cambiar la verdad de los hechos. En cuanto a la historia, se le hace parco servicio cuando se le quiere ver y estudiar de esta o aquella manera.





III
Esta línea de trabajo, objetiva y rigurosa, la expuse a los miembros del Teatro desde las primeras sesiones. Les lancé, como dicen, “las cartas sobre la mesa”. Les hice ver que se presentaban dos alternativas: o realizar un montaje tradicional, sin que por ello fuese desmerecido, o bien arriesgamos a una investigación profunda tanto de la vida de José Cecilio del Valle, como de las formas teatrales adecuadas para transmitirla. Bajo todo  punto de vista se nos presentaba la oportunidad de realizar un trabajo de consecuencias importantes para el país. Insistí en hacerles  reflexionar sobre la determinación a tomar indicándoles las dificultades que encontraríamos en el caso de escogerse el segundo de los caminos y los estimule a sopesar su tiempo, su energía y sus compromisos extra-teatrales. Después de haber mesurado las posibilidades, les dije, podríamos tomar una decisión. Mas aun, propuse que aquellos que no quisieran o no pudieran intervenir en los trabajos escénicos podrían retirarse y buscar una forma de colaboración colateral y menos exigente. Todos, con una o dos excepciones, optaron por la segunda alternativa.
Del dicho al hecho, sin embargo, “hay mucho trecho”, y si bien es cierto que hemos logrado buenos resultados en el campo humano como en el artístico, ellos no son suficientes todavía para alcanzar los propósitos que nos habíamos fijado. La razón principal  la atribuyo a ciertas deformaciones e irregularidades que se siguen presentando en varios miembros del grupo. Estos elementos con su actitud, atrasan, y  mal anarquizan el trabajo general. El Teatro, entendido con una mentalidad de velada, como simple pasatiempo, y un cierto “vedetismo”, son algunos de los rasgos observados. De esta manera, a las dificultades intrínsecas al trabajo escénico, se agregan los humanas arriba mencionados.

IV
En algunas ocasiones la situación llego a extremos tales que tuve la intención de renunciar. Si no lo hice fue en  razón de la promesa formal que para corregir las irregularidades hicieron los componentes del grupo. Sin embargo estas continuaron y es natural que en calidad de Director Invitado  no podía tomar medidas al respecto; mis intervenciones se limitaban  a decirles a aquellos a quienes no les interesa el trabajo que tenían la  libertad de retirarse. No lo hicieron: por un lado insistían  en afirmar que deseaban trabajar y por otro se contradecían cuando se pasaba al terreno de los hechos. Esto es lo que un sabio refrán popular de nuestro país denomina “Llamarada de tusa”. A mí realmente se me escapan las razones que puedan explicar esta persistente incongruencia.

V
Esta situación se tornó más evidente en los últimos días, donde una disminución del ritmo del trabajo y del estudio se han hecho visibles, y justamente en el momento más crucial, cuando se necesita un impulso fuerte para llevarlo a feliz término. Por otro lado, se han presentado inconvenientes que son de la responsabilidad de esa Dirección y de su sección de teatro. Uno de ellos, el problema del transporte. La mayoría de los alumnos de la Academia viven en colonias alejadas del Centro de la Ciudad  y por esa razón se ven obligados a retirarse temprano. Hasta el día 26 de octubre este problema del transporte no se había solucionado, a pesar que desde el inicio insistí en la urgente necesidad de resolverlo.
Otro aspecto que merece consideración es el que se refiere al local donde se trabaja. Además de ser de una estrechez atrofiante, con dimensiones inadecuadas para el tipo de montaje previsto, carece de condiciones mínimas. Imagínese señor Director, una jornada de trabajo de 3 a 4 horas a ritmo intenso, y no contar durante ese lapso ni siquiera con un sanitario que ayude a resolver necesidades apremiantes.

También son fácilmente perceptibles ciertas aptitudes condicionadas y atrapadas por las redes mortales de la burocracia. Ello se opone brutalmente a la naturaleza generosa, ágil y creativa de cualquier actividad artística. Esta realidad es mucho más grosera y lamentable en una actividad que como la del teatro, se realiza con seres que normalmente deben estar  en un alerta y permanente estado creativo.

VI
 Las razones arriba enumeradas han obstaculizado un trabajo que por su misma dimensión y alcance merece toda la atención necesaria. Tengo la impresión que ni las mismas autoridades culturales han comprendido la importancia que pueda tener para el país la investigación histórica y artística que se realiza. Quizás eso explique la negligencia visible en la conducta de algunos funcionarios.

Por todo lo anterior ruego al señor Director se sirva aceptar mi renuncia del cargo de Director Invitado del Teatro Nacional, para el montaje de la obra, ya que estimo que las condiciones para su realización no están suficientemente satisfechas.
Agradeciéndole la confianza depositada, le saluda atentamente,

RAFAEL MURILLO SELVA RENDON
Tegucigalpa, Octubre 28, 1977


Nota: Con todo y sus inconvenientes han habido logros que no pueden dejar de mencionarse. Se ha conseguido recopilar una enorme cantidad de documentos, se realizaron seminarios y talleres intensivos, se han trazado las líneas generales del montaje y la mitad del espectáculo se encuentra prácticamente montado. En este esfuerzo conté siempre con la ayuda de varios miembros de las instituciones mencionadas, quienes continuamente han desplegado un esfuerzo meritorio y reconfortante. La labor de Doña Mimi  Figueroa y de Doña Magda Alvarado ha sido enorme, su capacidad de trabajo, su amor al teatro y al país están fuera de dudas. Para ellas y los demás que se les parecen, mis reconocimientos sinceros; confió en que sabrán disculparme y comprender mi posición.




Nota: Esta renuncia no fue aceptada,   la obra teatral, por fin, se estrenó en el Teatro Nacional Manuel Bonilla en el mes de Enero de 1978.

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