DON JOSE DEL VALLE EN LA ESCENA (NOVIEMBRE 1977)


RAFAEL MURILLO SELVA


El espectáculo que presentamos ante ustedes es el resultado de una primera etapa de trabajo, que bien podría considerarse de laboratorio y experimentación. Señalaremos algunas de sus características:

I

Se trata de un intento de teatralizar la historia. ¿Con qué objeto? Para enseñar. Enseñar divirtiendo, como diría B. Brecht. ¿Con quiénes? ¿Cuáles son los elementos con que hemos contado para la teatralización? Son actores noveles, que en su mayoría realizan, en este trabajo, sus primeras experiencias escénicas. Se trata, además, no de una historia cualquiera; hemos querido contar la nuestra, la que nos concierne más directamente. ¿Cómo contarla si ninguno de nosotros la conocía? La ignorancia y la ausencia de memoria histórica, y la interpretación tradicional y unilateral de la historia en nuestro país es una realidad que nos deja acongojados. ¿Cómo construir nuestro futuro si desconocemos groseramente nuestro pasado? Me pregunto (entre paréntesis) ¿la gerentocracia, tan soberbia y altanera en ocasiones, podrá comprender lo que es un plan de desarrollo, si se le escapa lo básico y esencial? ¿Qué hemos sido, qué somos, qué podemos ser? Yo estaría de acuerdo en exigir a los empleados públicos importantes, y como requisito previo para optar a un cargo, un examen de historia nacional. No dudo que la cantidad de insuficientes y aplazados nos dejaría sin administradores... lo que seguramente ocasionaría una gran “anarquía” y... ya sabemos lo que viene.(Continuar Leyendo)

II

Volviendo a nuestro tema: no tuvimos más remedio que ponernos a estudiar, investigar, preguntar, buscar... Partíamos de la nada, hacia un mundo desconocido y sin los instrumentos y métodos adecuados para la investigación rigurosa. Pero había que comenzar. Y empezamos y tropezamos, y caímos infinidad de veces en el esquema elemental y la anécdota superflua. Así y todo,  poco a poco entresacamos datos, hechos, elementos que servirían a la construcción de la armazón teatral.

III

Queríamos también intentar una experiencia de creación colectiva. Este método (la creación colectiva) es normalmente el resultado de varios años de trabajo de grupo. No se comienza con la creación colectiva; se termina con ella. Para que pudiéramos aprender y utilizar un método de esta naturaleza, hubiese sido necesario, por lo menos, un año continuo de preparación, lo que dadas las circunstancias resultaba imposible. Tuvimos, pues, que buscar una forma de trabajo que sin que fuera realmente creación colectiva, se le pareciese lo más posible.


*Nota al programa
Muchos de los actores, puedo asegurarlo participaron activamente en la búsqueda de soluciones escénicas. Se hicieron grandes esfuerzos para estimular
en el actor su capacidad creativa. Una de las cosas más arduas es ayudar a dar confianza y auto estimación a un pueblo que le han hecho creer que es tonto y que por ello se subestima. A nuestro pueblo (como a muchos más)  le han querido aplastar su imaginación, su espíritu crítico, la razón. Siglos de frustración y de paternalismo castrante han conseguido adormecer y drogar el espíritu. Los cuadros del pintor Velásquez no solo nos hablan de la detención y suspensión del tiempo en Honduras, nos expresan también la suspensión y detención del espíritu, el atontamiento y cuadriculación, en fin, la agonía lenta, en medio de un paisaje calmo, bello y coloreado.
Luchar contra esta suspensión o paralización, ayudar a despertar, es quizás más importante que la misma obra de teatro. Es el más duro de los trabajos, el que más agota y duele, pero el que más aprovecha y fructifica.

IV

Intentaremos también utilizar un método teatral conocido en el medio artístico como “método del distanciamiento”. Este método, a mi juicio, es el más adecuado para representar un obra como la nuestra. Es un método que recurre a la objetividad y al análisis como elementos claves del comportamiento escénico. Se pretende distanciar para que se pueda ver y pensar. Y se pretende distanciar el juego del actor para que transmita su lenguaje artístico en la forma más objetiva y crítica posible. No se “vive de un hecho”, “una situación”. Al contrario, se le cuenta o se le presenta sin perder la distancia de la misma, sin identificarse. Esta forma de trabajo, la de “identificación”, la acostumbrada en el país, provocó grandes choques con hábitos y deformaciones adquiridas. Hubo que romper caparazones, volver al principio, reencontrar las fuentes infantiles y ancestrales del juego escénico, liberarse de “clichés”, de formas fijas, de almidonamientos, de retóricas; encontrar el placer de actuar y muchas cosas más, sin perder por ello el control, la razón, la distancia, y por supuesto, la emoción.

V

Como puede colegirse, este trabajo ha sido un trabajo esencialmente experimental; puede decirse que es el resultado de unos cursos y talleres de teatro y no de un verdadero trabajo profesional. Con esta base, sin embargo, es posible confiar que las dos partes que faltan para completar la trilogía, y que serán presentadas posteriormente, mostrarán un trabajo más perfeccionado.

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