(Traducción del Francés)
Y si, la alegría como también la
originalidad, la audacia, la síntesis son a mi criterio, las líneas
características del teatro de Rafael Murillo Selva, director y profesor de
teatro de Honduras que la crítica continental ha honrado varias veces. ¿No es
una audacia jocosa y original la síntesis que él hace de la ciega jerarquía
militar en su obra Huracán Fifí? Sobre la escena dos actores y como único
decorado una escalera de cinco gradas, el primer actor gira sobre sí mismo...
suena los talones, saludo militar reglamentario, e inmediatamente sobre la
primera grada, un capitán que a su vez dos gradas más arriba será, a fuerza de
automatismo, General. Toda una tragedia nacional reflejada en un juego escénico
de una frescura infantil, en donde la ingenuidad se convierte en el más alto
grado de ironía sangrienta.
Tal vez voluntariamente (hay muchas cosas
que él conoce y que él dice ignorar) Rafael Murillo Selva recorre de un extremo
a otro en cada una de sus piezas todas las etapas ancestrales del juego del
teatro: el animismo es el elemento primario y pasivo; en tanto que la magia es
el elemento activo de esta extraña "Religión-Teatro" que uno práctica.
Oficiando como "médium", él lleva a sus actores hacia un juego
mimético que será la piedra angular de toda su construcción teatral que,
dialécticamente convertida en representación, obligará al actor a pasar por la
etapa sutil del distanciamiento. A primera vista puede creerse que se trata de
un esquema descarnado e intelectual, pero el placer, la frescura que él impulsa
en sus actores va a darnos el toque mágico, el aire que faltaba y que provoca
la respiración de la obra teatral, que a partir de ese momento toma vida
propia, independiente.
Murillo es un hombre de teatro, de
pensamiento audaz e inquietante: al lado de Don Anselmo un gentil-hombre que él
vistió con símbolos y expresiones corrientes de su país, y que aún los
espectadores franceses, (que en los
trópicos sienten la nostalgia de la "ComèdieFrançaise" y que en
Francia la desprecian, la encontraron exactamente "molièresca");
está el trabajo de escritura colectiva del Huracán Fifí, la dirección
rocambolesca de Sebastián y la epopeya de trabajo de recopilación de material,
en el seno de las poblaciones marginales. La estructura que dio a su obra
monumental El Bolívar Descalzo, pieza construida en trabajo colectivo con
campesinos de Colombia, así como el espectáculo que él montó después del
temblor de tierra en Guatemala con las poblaciones indígenas de las altas
mesetas de este país, son algunas muestras de su original y rico trabajo.
Es a justo título que la crítica del
Festival del Teatro Chicano y Americano, celebrado en México en 1974 premió
Sebastián, que el Festival Universitario de América Central y del Caribe
celebrado en 1975 en Costa Rica, premió el Huracán Fifí, y que el Festival
Mundial de Teatro en Guatemala en 1976 premió El Canto del Fantoche Lusitano
que él realizó con el "Teatro Experimental Universitario La Merced"
(Honduras) y que nos presenta hoy con un grupo de actores franceses. Yo estoy
seguro que el público parisino apreciará la frescura, la alegría y el rigor del
trabajo realizado.
*Sergio Díaz vivió
en Tegucigalpa en calidad de exiliado político (1973-1976) tiempo
durante el cual se vinculó a las actividades de nuestro grupo.
Master en Arts, Réalizateur de Cinéma et
de Thêatre, en la Universidad de Vincennes, escribió esta nota en París, Mayo,
1977 en ocasión de la presentación de la
obra “El Canto del Fantoche Lusitano” en esa ciudad. Este texto se publicó en el diario "LA
PRENSA", Managua, Nicaragua, 5 de Noviembre, 1977 y en el diario “LA
TRIBUNA”, Tegucigalpa, Honduras, 17 de febrero de 1978.
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